lunes, 2 de febrero de 2009

Apestosas costumbre españolas


La mayoría de los españoles, de izquierdas o de derechas, se muestra de acuerdo con una de las propuestas electorales del Partido Popular: hacer que los extranjeros respeten las costumbres españolas. No sabemos si piensan únicamente en los inmigrantes o también en los turistas, en quienes vienen a llevarse el dinero o a dejarlo y desde luego no sabemos a qué clase de costumbres se refieren.
Enumeremos unas cuantas. ¿Le retirarán a uno la ciudadanía por no practicarlas y, llegado el caso por combatir a quienes lo hagan? Una costumbre española muy bonita es tirar una cabra desde el campanario, mientras la chusma brama enloquecida de placer. El mundo taurino es fuente inagotable
de costumbrismo: toros con teas encendidas en los cuernos, novillos lanceados, capeas salvajes... Lo mismo que la religión y el folklore. El fascista Giménez Caballero tituló así uno de sus libros: Los toros,Ias castañuelas y la Virgen. Pensemos en la Semana Santa: procesionados, encordados, disciplinantes que, bañados en sangre, se muestran a los niños como ejemplo. No se distinguen demasiado de los piadosos
chiíes que se flagelan con tanto paroxismo en Karbala- Las castañuela son igualmente fecundas en refinados usos: tomatinas, fiestas del vino sanfermines, vomitonas, bares sembrados de porquerías, habla a gritos...
Una costumbre española muy arraigadaera también, hasta hace no mucho, pegar a los escolares y a las mujeres. El refranero, tan español, lo sanciona: "La letra con sangre entra'', dice, y "no hay mejor cuchillada que a mujer dada", porque pegar a las mujeres acaso no sea muy fino pero sí oportuno para muchos de los españoles que piden ahora a los inmigmntes que acaten nuestras maravillosas costumbres.
Lo dijo Giménez Caballero de Cataluña en 1939: "La maté porque era mía". Todavía recuerda uno cómo los vecinos de cualquier pueblo corrían al cuartelillo a denunciar a los pelúos que no llevaban el corte de pelo normal y cómo el trabajo de la Guardia Civil, espoleada por curas y jueces, se multiplicaba al llegar
el verano en todas aquellas playas donde se combatiese a la moralidad... con un bikini.
Cierto que una costumbre española es también hablar en nuestra lengua- El PP exigirá a los inmigrantes igualmente que la aprendan, y es cosa razonable, del mismo modo que aprendieron el aleman todos y cada uno de los españoles que emigraron a Alemania en los años sesenta acatando de paso las nobles costumbres alemanas: todos ellos se hicieron protestarites, entusiastas de la col agria y lectores de Goethe en su lengua vernácula.Tenemos unas leyes. Debieran bastar para regir nuestra conducta Si las aplicáramos con rigor, llegarian a declarar ilegal una buena parte de lo que por inercia, ignorancia o cerrilismo llevamos practicando desde hace siglos. No, no sabemos a qué se refieren con este folklorismo
nacional. Quizá a la siesta Gran invento, desde luego y probablemente nada gustaría tanto a los pobres
y azacaneados inmigrantes que hacerla cada día...Y de no poder disfrutarla los demás tanto como
quisiéramos sólo tienen la culpa estos rancios defensores de las costumbres españolas, que son
paradójicamente los mismos que postulan un sistema y una vida donde ya no es posible la siesta para nadie
. (Articulo de Andres Trapiellos- La Vanguarida 02-03-2008)

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